martes, 8 de diciembre de 2015

Jehová Raah: que quiere decir el Señor es mi Pastor.

Hace algunos años atrás conocí mediante la web la página Ama a Dios grandemente. En esa espacio las mujeres tenemos la oportunidad de encontrarnos con unas otras siendo de  diferentes partes del mundo, para  estudiar juntas  La Palabra de Dios. Proveen estudios bíblicos temáticos, los cuales uno puede seguir en forma personal o en grupo. Yo particularmente lo hago en forma personal, pero no descarto hacerlo en algún momento en grupo. El estudio que estoy siguiendo en estos meses se llama: LOS NOMBRES DE DIOS. Aquí voy a compartir mis pensamientos y lo que Dios me está enseñando  caminando junto a ellas. Hoy:

LOS NOMBRES DE DIOS

Jehová Raah: que quiere decir el Señor es mi Pastor.

¡Qué difícil puede ser para nosotras pensar en la figura de un pastor!  ¿Verdad? Esto es tan solo porque vivimos en una ciudad, alejadas de la vida rural, donde sí podríamos ver a los animales de campo  y entre ellos a las ovejas  cuidados y guiados por un pastor.

Lo cierto es que en los relatos antiguos la figura del pastor de ovejas es una figura muy reconocida y los pastores han sido hombres a los que Dios puso como ejemplo para nosotros. Entre ellos podríamos recordar a Moisés, que de príncipe en Egipto pasó a ser pastor de ovejas y luego libertador de un pueblo, y por supuesto quién no conoce a David, pastor de ovejas, el joven que se enfrentó al gigante Goleat, a quién su familia lo creía muy poco para ser contado entre los hombres de la casa, cuando el profeta estaba allí buscando al futuro rey… Por último es necesario recordar a Jesús quién dijo de él mismo: Yo soy el buen pastor…

Entonces podríamos preguntarnos: ¿Cuáles son las características de un pastor de ovejas  para que Dios las ponga allí delante de nosotros? He aquí algunas de ellas:

©        el pastor provee a las ovejas  un cuidado especial.
©        el pastor le da descanso.
©        el pastor la guía hacia mejores lugares donde pastar.
©        el pastor la cuida.
©        el pastor la estima.
©       el pastor la recibe, la hace parte de su rebaño.

El pastor hace todo eso porque tiene esa responsabilidad, tal vez no son de él y debe cuidarlas muy bien, o tal vez sí son de él y sabe que son su sustento. De una u otra forma el pastor debe cuidarlas.

Esta es una hermosa figura, un hermoso ejemplo de lo que Dios es para nosotros. Dios es nuestro Raah, nuestro pastor. Nosotras somos sus ovejas.

Miremos lo que dicen los escritos antiguos en el libro de los Salmo, el Salmo 23:

1 Tú, Dios mío, eres mi pastor; contigo nada me falta (Dios mi Pastor, me  provee)
2 Me haces descansar en verdes pastos, (Dios mi Pastor, me da descanso)
Me das nuevas fuerzas y me guías por el mejor camino, porque así eres tú. (Dios mi  Pastor me guía)
Puedo cruzar lugares peligrosos y no tener miedo de nada… me guías por el buen camino y me llenas de confianza. (Dios mi  Pastor me cuida y me da ánimo)
 Aunque se enojen mis enemigos, tú me ofreces un banquete
y me llenas de felicidad; ¡me das un trato especial! (Dios mi Pastor me estima, me ama y se lo hace ver a los demás. Soy importante para él…)
Estoy completamente seguro de que tu bondad y tu amor me acompañarán mientras yo viva, y de que para siempre viviré donde tú vives. (Dios mi Pastor, me recibe en su casa, porque es allí donde pertenezco…)

No puedo menos que preguntarme, ¿Por qué hace todo esto Dios?
Dios hace todo eso porque él es el buen pastor, y el buen pastor da la vida por sus ovejas.

Pero también lo hace por amor de Su nombre, porque así da honra a Su nombre, lo hace porque así es Él. Se trata de Dios y no de mí. Dios hace todo esto porque nos ama...

Volvamos por última vez a los escritos antiguos, en el libro de Isaías 40:11:

 El Señor…Alimentará su rebaño como un pastor;
    llevará en sus brazos los corderos
y los mantendrá cerca de su corazón.
    Guiará con delicadeza a las ovejas con crías.

¿Acaso necesita  tu alma y todo tu ser el cuidado amoroso y paciente de alguien?
¿Tal vez necesita  tu vida la guía hacia mejores caminos?
¿Anhelas tener  un padre y  pertenecer a una familia?

Jehová Raah, el Señor es mi Pastor, también puede ser tu Pastor.









domingo, 29 de noviembre de 2015

Y llamó su nombre... Jehová Jireh

Hace algunos años atrás conocí mediante la web la página: Ama a Dios grandemente  www.amaadiosgrandemente.com. En esa espacio las mujeres tenemos la oportunidad de encontrarnos con unas otras siendo de  diferentes partes del mundo, para  estudiar juntas  La Palabra de Dios. Proveen estudios bíblicos temáticos, los cuales uno puede seguir en forma personal o en grupo. Yo particularmente lo hago en forma personal, pero no descarto hacerlo en algún momento en grupo. El estudio que estoy siguiendo en estos meses se llama: LOS NOMBRES DE DIOS. Aquí voy a compartir mis pensamientos y lo que Dios me está enseñando  caminando junto a ellas. Hoy:

LOS NOMBRES DE DIOS

Jehová Jireh: que quiere decir el Señor proveerá…



     Relatan los escritos antiguos que el patriarca Abraham debía pasar por una prueba  de fe que  Dios le había dado.  Tal prueba  era entregar a su hijo en sacrificio. Abraham conociendo a Dios y quién era que se lo pedía emprendió el viaje al monte junto a su hijo Isaac. Allí en medio de muchas preguntas, pero confiando en quién es Dios, Abrahán preparó a su hijo para el sacrificio. El relato sigue contando que  por más de tres días padre e hijo estuvieron juntos, buscando leña para el fuego, preparando todo lo necesario para adorar por medio del sacrificio, ambos sabiendo que era lo que Abrahán debía hacer, esperando el momento en que Dios dijera es hora de realizar el holocausto. En medio de eso, una pregunta tuvo Isaac para su padre: ¿Dónde está el cordero para el holocausto? A lo que Abraham respondió: “Dios proveerá”… (1)

Esta es una historia tan conmovedora como increíble.

Conmovedora por el amor y la confianza que el patriarca Abraham tiene por Dios.

Conmovedora porque Abraham no ofreció resistencia a Dios preguntando por qué Señor, por qué mi hijo Señor, ese hijo que tanto espere.

 Conmovedora por el conocimiento que Isaac tiene de su padre, que sabe que nada malo le hará a su hijo amado, a su hijo de la promesa.

Increíble porque con nuestra mente no podemos comprender ni creer que Abraham fuera hacer tamaño sacrifico de ofrecer a su hijo en holocausto solo porque Dios así lo pidiera… 

Lo cierto es que lo increíble ocurrió. No, no. Abraham no tuvo que sacrificar a Isaac en el altar, porque justo en ese momento Dios le provee  el cordero para tal sacrificio…

Cuantas enseñanzas encontramos en este relato. Pensar que en ocasiones Dios nos pide todo lo que tenemos en nuestro ser, a nuestro alrededor, sean estos bienes materiales, intelectuales  y hasta espirituales, solo para darnos algo mejor. Dios siempre provee y provee lo que es mejor para nosotros.

Hay otra enseñanza que este relato antiguo me dejó y fue  pensar en el camino a la montaña donde debía hacerse el sacrificio. Las muchísimas preguntas silenciosas que Abraham le haría a Dios, las miradas amorosas a su hijo Isaac, las promesas que Dios mismo le había hecho muchos atrás. ¿Dónde había quedado todo aquello? Sin embargo Abraham seguía su camino a la montaña…

Y  fue allí en la montaña, donde Dios finalmente proveyó para el sacrificio.
Abraham llevaba “su ofrenda” para ofrecer en sacrificio. Pero la provisión fue mejor.

La provisión de Él es mejor. Esa provisión satisface el alma…

Miles de años después, una persona que estuvo con Jesús, el apóstol Pedro llegó a escribir de JESÚS mismo:

“Con su poder divino, JESÚS nos da todo lo que necesitamos para dedicar nuestra vida a Dios. Todo lo tenemos porque lo conocemos a él, quién nos llamó por su gloria y excelencia”. 2 Pedro 1:3 (PDT)

Abraham confió en Dios y dijo: Dios proveerá…
Pedro aseguró que Jesús nos da todo lo que necesitamos (provee) para dedicar nuestra vida a Dios. Y además de todo eso, nos asegura que todo lo tenemos porque lo conocemos a él… a Jesús.

No se cuál es tu necesidad, ni qué es lo que necesitas que Dios te provea. Si esa es una necesidad material, espiritual o de otro tipo. Dios promete darnos esa provisión, la única condición es que lo conozcamos a él. ¿Conoces a Dios? ¿Conoces a Dios como proveedor? ¿Conoces a Dios como Salvador?


(1) Puedes leer esa historia en La Biblia – Libro de Génesis, capítulo 22)





sábado, 14 de diciembre de 2013

Dedicado a todos los que disfrutan de la danza y la música...

Porque algunos bailan al escuchar una música.
Porque algunos bailan al escuchar su música interior.
Porque algunos cantan cuando están muy felices o cuando la tristeza los toma por sorpresa.
Porque algunos cantan y bailan sin razones para hacerlo...
Para todos ellos, y también para Valentina, es que escribí esta nueva leyenda.
 

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  Cuenta la leyenda que en la antigüedad los niños y niñas que llegaban al mundo no tenían en su ser asociadas las capacidades para escuchar la música ni para mover el cuerpo.

El mundo tal como estaba con esos niños parecía triste y descolorido.

Con mucha dedicación las madres y cuidadoras de los más pequeños les enseñaban apenas a mover un poco el cuerpo, para lograr en ellos la idea del juego y el trabajo en grupo, aspectos sumamente importantes para la vida en comunidad. Con movimientos raros y nada coordinados las madres y sus muchos hijos e hijas se movían al compás del sonido del viento, del canto del mar o el trinar de las aves...

Otro grupo de madres y cuidadoras, admiradas por el empeño de aquellas, trataban de imitar el canto del agua al caer del cielo, el trinar de los pájaros y hasta el grito de varios animales... Así pasaron muchas estaciones.

Poco a poco el mundo iba tomando otro color. Pero no parecía suficiente.

Un día en que las estrellas parecían iluminar el cielo mas que nunca, las madres y cuidadoras, trataban por todos los medios hacer dormir a sus hijos e hijas, tal como cada noche con imitación del canto de aves, sonidos del mar o el mover de las hojas. Nada parecía atraer el sueño a los niños.

¿Qué pasaba en el cielo se preguntaban todos?
¿Por qué tanto tintinear de estrellas de muchos colores?

En las alturas había un reunión, nada ni nada menos que las hadas de la danza y las hadas de la música estaban junto a muchas otras tratando de convencer al Hacedor que les permitiera bajar a la tierra para derramar en los niños y las niñas esa hermosa capacidad para bailar, cantar y tocar hermosos instrumentos.

Luego de mucho pensar, el Hacedor de los hombres finalmente accedio, pero les dijo lo siguiente: no derramaran esa capacidad solo en niños y niñas, sino en todas las personas, desde los pequeñitos hasta los más ancianos. Eso era para que aquellos que ya eran adultos pudieran descubrir también la hermosa sensación de danzar al compas de la música, cantar sin importar porque o para que y tocar bellos instrumentos.

Rápidamente las hadas bajaron a la tierra, desparramaron a su paso la capacidad de danzar y cantar. Lo hicieron entre los niños y niñas, jóvenes y también adultos. Pero dedicaron especial atención a las madres y sobre todo a las madres que ya tenían en su vientre a un niño o tal vez dos...

Desde entonces, cada vez que un niñito o niñita se mueve dentro del vientre de su mamá le recuerda a su madre que deberá cantarle si quiere que deje de moverse, o al revés deberá cantarle si quiere que se mueva. Esa capacidad de danzar y cantar la llevará toda su vida, como recuerdo de sus primeros cantos y estará asociada siempre al amor y perseverancia de aquellas primeras madres que sin tener capacidad para moverse o para cantar, hicieron todo lo posible para sus hijos descubrieran que moverse al compás de la música era lo mas hermoso que la vida puede regalarnos...

viernes, 25 de octubre de 2013

Hoy cumplo años...



Jesús le contestó:
“En verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.”
Nicodemo Le dijo: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?”
 Jesús respondió: “En verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te asombres de que te haya dicho: ‘Tienen que nacer de nuevo.
San Juan 3:3-7

Hoy cumplo años...

Ni uno, ni quince, ni treinta, ni cuarenta. Porque el cumplir esos años ameritan en esta época hermosas fiestas en compañía de familias y amigos, ya que marcan momentos muy especiales en la vida de una mujer.

Tengo cuarenta y cuatro. Pero hoy cumplo veintiocho años. ¿Cómo es posible? ¿Acaso morí y volví a nacer? ¿Acaso tuve una nueva oportunidad?

¡Sí ! Eso fue posible. Volví a nacer. Tuve una nueva oportunidad.

Un día de octubre, veintiocho años atrás y luego de mucho tiempo de espera, mi Padre escuchó el nombre de su nueva hija: ¡Gabriela, nació! Y hubo tanta alegría en Su Casa, tanto como la hubo en la mía, cada vez que llegaba una nueva hija o un nuevo hijo …

Un día de octubre, veintiocho años atrás, las palabras más hermosas que una persona puede escuchar resonaron con fuerza en mis oídos y en mi corazón: "Tu Padre te ama tanto y te está esperando con sus brazos llenos de amor"

Un día de octubre, veintiocho años atrás  escuché la historia real del amor de Dios hacia la humanidad. Las palabras: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su único hijo a Jesús para que todo aquel que en él crea no se pierda, sino tenga vida eterna", irrumpieron en mi vida y la cambiaron para siempre.

Ese día de octubre, 25 de octubre de 1985, era sábado y en la noche, nací por segunda vez. Ese nacimiento fue a una vida de fe en Dios que me creó y en Jesús quién me dio la Salvación.

Mi vida, como todas tiene un pasado que no pude cambiar, tiene un presente que anhelo cada día sea mejor que el anterior y tiene un futuro lleno de esperanza.

Aquel día en que volví a nacer, mi pasado no cambió, mi presente cambia día en día, pero lo que cambió para siempre fue mi eternidad.


jueves, 3 de enero de 2013

Una vez más vuelvo a empezar...




¡Qué bueno es que siempre tengamos una nueva oportunidad!

¡Qué bueno es  siempre poder recurrir a quién es el dueño de mi tiempo,  de mis días, de mi vida!

A Él vuelvo a decirle:

Señor,
Querido Dios,
Mi padre Celestial...

Enséñame a contar.

Desde que somos muy chicos, tal vez a los uno o dos años a todos y de diferentes formas nuestros padres, nuestros abuelos, o aún las personas que nos cuidaban nos enseñaban a contar  como una forma de reconocer nuestros propio cuerpo y también en mundo que nos rodea. Y así contamos nuestras manos, nuestros pies, nuestros dedos, los ojos, la boca. Luego contamos objetos como juguetes, caramelos, flores, bichitos, estrellas  y todo elemento de la naturaleza. Cuando fuimos mas grandes, comenzamos a contar a los integrantes de  nuestra familia, con los que se agregan y con los que nos dejan... Contamos  nuestros amigos, nuestros maestros...

Pero contar los días , eso lo aprendí y lo sigo aprendiendo aun cuando ya pasaron varias estaciones en mi vida...

Siempre me intrigó este texto antiguo y porque el salmista le pedía a Dios casi como un ruego que le enseñe a contar.

Bien nuestros días.

Y más aún pensaba, no solo le pide que le enseñe a contar, sino a contar bien.
Parece que a veces podemos contar y podemos contar mal.

¿Qué sería contar bien nuestros días?

Particularmente creo que  contar bien nuestros días, es tratar de pensar en todo lo bueno que encerró una jornada,  o una suma de ellas. A veces los días parecieran pasar tan fugazmente, que llegamos a la última hora  pensando: ¿Qué hice hoy? ¿Qué pasó? ¿Lo aproveché  para hacer mejor el día de alguien que lo necesitaba ? ¿Hablé con mis hijos o una amiga que tal vez quería conversar?
¿Tuve un momento de sosiego? ¿Cuántas cosas verdad?

No quiero que nos abrumemos. Ya es bastante difícil hacer un balance al final de cada año, y también lo es al final de cada día. Solo quiero pensar que si le pido ayuda a Dios para contar bien mis días Él me  va a enseñar y creo que  lo va  hacer.

Para que nuestro corazón...

Recuerdo otros textos antiguos que dicen: Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él mana la vida... Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio....Ciertamente es bueno Dios para con Israel. Para con los limpios de corazón. 

Hay una condición para aprender a contar y para hacerlo bien. Nuestro corazón tiene que enfocarse en Dios.

Dios cuida, Dios protege, Dios  guarda nuestro corazón y todo lo que hay en él. Lo hace a cada momento, todas las horas, todo el día de cada año de nuestras vidas. Pero también cuando nuestro corazón está triste, desprotegido, sin esperanza ni fe, Dios lo atrae hacía Su persona. Entonces  cuando enfocamos nuestro corazón en Dios,

Adquiere sabiduría...

Difícil cosa es alcanzar sabiduría. No hablo de la sabiduría que se adquiere leyendo libros y estudiando sino  de la sabiduría a nivel espiritual. Esa sabiduría que se tiene cuando contamos algunas décadas y hemos pasado y capitalizado lo bueno y lo malo de la vida para crecer y  siempre  volver a empezar.

Dios es el dueño de la sabiduría. Él es sabio. Y nos dice que si alguno de nosotros tiene falta de sabiduría debemos pedírsela a Él. El nos la va a dar a todo el que se la pida y además la dará en abundancia...

Sigo creyendo que puedo aprender a contar bien mis días, no solo a contarlos sino a vivirlos sabiamente. No malgastando el tiempo, sino proyectándolo para que así también yo pueda enseñar a otros.


Junto con el nuevo año tengo en mente una serie de cosas que quiero aprender de Dios. Con todo mi corazón le pido que me de sabiduría para poder hacerlo.

¿Y vos, tenes algo nuevo que quisieras que Dios te enseñe?

Un libro antiguo, pero lleno de vida y de promesas te ayudarán a conocer a Dios y como contar bien tus días.




jueves, 19 de enero de 2012

Belleza interior


Comparto el tercer pensamiento sobre este tema.


Sabiduría. Belleza interior

Dicen los escritos antiguos:

“Habla siempre con sabiduría, y su lengua se rige por la ley del amor”... (Proverbios 31: 26)

Cuando leo ese texto no puedo menos que preguntarme una y otra vez:

¿Quién es la persona de la que hablan los proverbios bíblicos?

¿Qué es la sabiduría?

¿Reflejo yo esa virtud?


Vamos por parte.

Esas palabras son dichas hacia una mujer que la Biblia da en llamar: Mujer virtuosa. Todo ese pasaje nos relata las cualidades de una mujer que vive mirando y haciendo cuanto viene a sus manos. Pero no lo hace de cualquier manera. Lo hace de forma sabia.

Sabia es la persona que actúa con sabiduría.

Sabiduría es conocimiento en ciencias, letras o artes y también todo lo que relacionamos con conducta prudunte. Dios es la fuente de todo conocimiento, por lo tanto a él debemos ir en busca de sabiduría.

Pero la sabiduría que nos hace hermosa interiormente no es una sabiduría solo de contemplación, ni tampoco puro conocimiento, sino una sabiduría práctica, que pone por obra lo Dios nos enseña.

Dicen los escritos bíblicos:

El que se junta con sabios, se vuelve sabio”. Así la sabiduría consiste en diferenciar el bien del mal y actuar como nos dicta la conciencia.


Las enseñanzas del sabio son fuente de vida...”Por eso la sabiduría nos conduce por lugares que fueron pensados y plasmados en un plan.


El que ama la corrección, ama la sabiduría”...La sabiduría nos anima a buscar respuestas a problemas personales y familiares, y ponerlas por obra.


... en los ingeniosos se halla la sabiduría” La sabiduría solo es pasiva cuando va tomando forma en nuestra mente para proyectarse en acciones concretas.


Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Dios es la fuente de sabiduría.

Esta es una de las cualidades hacen más hermosa a una mujer, porque se hace más brillante con el paso del tiempo.

Todas nosotras nacemos con un determinado color de piel, color de ojos, rizos en el cabello, o lacio, pero la sabiduría nos llega con nuevo nacimiento,aquel que nos llega cuando nos acercamos de todo corazón a Él.

Hace ya muchos años, yo misma le dije sí a Dios y puso en mí su Fuente de Sabiduría, que intento llenar todos los día cuando me acerco a Él. Te animo a que si queres, vos hagas lo mismo...

viernes, 13 de enero de 2012

Belleza interior.

Comparto con ustedes, el segundo de los pensamientos sobre: Belleza interior.

La empatía. Belleza interior.

¿Qué es la empatía?

La empatía es la capacidad a nivel de conocimiento de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.

En mis palabras, empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona intentando comprender sus acciones o sus sentimientos, pero sin juzgar, aunque si a veces intentando ayudar.

La empatía no es solo ponerse en el lugar del otro que está sufriendo o pasa por algún problema, sino también de aquel que tiene alegría y alegrarse con el.

La empatía es un componente muy importante en mí si anhelo belleza interior.

La participación afectiva es estar junto a una persona no solamente en forma física sino con todos nuestros sentidos y aún emociones. Compartir o repartir el dolor puede ser muy sanador para quienes nos rodean, mientras que multiplicar las alegrías beneficia nuestro espíritu.

Te invito a que pensemos juntas en aquellos momentos en que sentiste que alguien se sentó con vos y paso momentos de silencio o tan solo te abrazó. Tu dolor se disipó. No desapareció pero se compartió…

Reconozco la felicidad en seres cercanos, cuando algo realmente bueno pasa en mi vida. Entonces siento que mi alegría se multiplica cual gotas de rocío en la mañana.

Dicen los escritos bíblicos:

Si alguno está alegre, alégrense con él.
Si alguno está triste, acompáñenlo en su tristeza.

Esta es la empatía que intento reflejar en mi belleza interior. Aprendo de quienes me bendicen con su ayuda y se ponen en mi lugar.